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Hablemos sobre Lactancia materna, con datos científicos y recomendaciones realistas

1. Nutrición completa desde el inicio

Desde el nacimiento, la leche materna ofrece una nutrición equilibrada para el recién nacido. Este alimento vivo y dinámico contiene proteínas, grasas saludables, carbohidratos, vitaminas y minerales en proporciones exactas para el bebé.

Durante los primeros días, la madre produce calostro, esto es un líquido espeso y amarillento que se conoce como “oro líquido” por sus muchos anticuerpos y propiedades inmunológicas. El calostro es bajo en grasa, pero alto en proteínas, y es ideal para un sistema digestivo inmaduro.

A medida que pasan los días, la leche va cambiando su composición y se transforma en leche de transición y más tarde en leche madura. Esta evolución responde a las necesidades exactas del bebé conforme va creciendo. La leche materna se digiere fácilmente, lo cual reduce la posibilidad de estreñimiento y cólicos.

Además, la lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, sin incluir agua, jugos o fórmulas, es recomendada por la OMS y la UNICEF como la mejor manera de asegurar un buen desarrollo. Informan de que ayuda a prevenir la malnutrición, protege contra enfermedades y disminuye el riesgo de sobrepeso.

Para muchas madres, saber que su cuerpo produce el alimento perfecto para su hijo genera confianza. Aunque al principio puede resultar complicado, con el acompañamiento adecuado, la lactancia suele volverse una experiencia muy satisfactoria para las mamás.

2. Protección inmunológica natural

La leche materna es una fuente de defensa biológica única. Desde el primer momento en que el bebé comienza a mamar, su cuerpo recibe una carga de anticuerpos que actúan como un escudo natural contra infecciones y enfermedades. El calostro, por ejemplo, está cargado de inmunoglobulinas (especialmente IgA), glóbulos blancos y factores antimicrobianos que protegen las mucosas de tu bebé.

A lo largo de la lactancia, la leche materna sigue adaptándose, respondiendo incluso a las infecciones a las que la mamá o el/la peque puedan estar expuestos. Esto ocurre por un fenómeno fascinante llamado “retroalimentación inmune”, donde los patógenos que el bebé encuentra son transmitidos a través de la saliva al pecho, y el cuerpo de la madre produce anticuerpos específicos.

Muchos estudios han demostrado que los bebés amamantados tienen menor riesgo de sufrir enfermedades respiratorias, otitis, diarreas y alergias. También se ha relacionado la lactancia con una reducción en el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 1, enfermedad celíaca y ciertos tipos de leucemia infantil.

Además, la leche materna protege el microbiota intestinal del bebé. Esta flora intestinal es vital para la salud a largo plazo, ya que juega un rol importante en la digestión, la respuesta inmunológica y la prevención de enfermedades inflamatorias.

Estos beneficios son más potentes cuando la lactancia es exclusiva durante los primeros 6 meses, aunque incluso unas pocas semanas de amamantamiento ya aportan protección.

Para mamás que no pueden dar el pecho, la leche materna donada (en bancos de leche certificados) es una alternativa para bebés prematuros o enfermos, ya que sus efectos protectores siguen siendo muy valiosos. Igualmente, recomendamos a las mamás no obsesionarse, ya nos auto exigimos demasiado. Eres y siempre serás la mamá perfecta para tu peque. Te animamos a que intentes la lactancia materna, pero también queremos quitarte presión porque no todo es idílico y decidas lo que decidas al final, será lo correcto en tu caso particular.

La leche materna es, sin duda, una herramienta poderosa en el inicio de la vida de un ser humano, rodéate de expertos de confianza que te ayuden en esta etapa y disfruta cada instante sin excesiva presión.

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